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Brigantium

La(s) torre(s) de HÉRCULES y BREOGÁN y la invasión

La(s) torre(s) de HÉRCULES y BREOGÁN y la invasión Es de sobra conocida la tradición recogida en el Leabhar Ghabhala o Libro de las Invasiones que nos describe las sucesivas migraciones de los pueblos que se establecieron en Eire. Sin lugar a dudas, dentro del corpus legendario recogido en dicha obra, tiene especial relevancia el capítulo dedicado a la llegada de los goidels o gaélicos, esto es, a la población celta irlandesa propiamente dicha, y a la que se le atribuye un origen hispano: serían los descendientes de Mil, sobrino de Ith, quien divisó Irlanda desde lo alto de la torre construida en algún lugar de España por su padre Breoghan o Breogán. La torre en cuestión se levantaría donde está la actual Torre de Hércules.

Sin embargo, ¿hasta qué punto lo que dice este libro es fiable? En su clásico "Los celtas", Venceslas Kruta llamaba la atención sobre la necesidad de tratar estos textos con precaución:
"La literatura de los celtas insulares, en particular la que se conserva en los textos irlandeses constituye una fuente indudablemente de primer orden para el conocimiento de su cultura, y especialmente, de su mundo espiritual (...) Con todo, debemos prevenir contra una generalización abusiva de los datos que se saquen de esta literatura. Recordemos en primer lugar que, aunque las primeras redacciones se remontan a los siglos VII-VIII de nuestra era, lo esencial de esta literatura se conserva en manuscritos de fines del siglo XI o comienzos del XII. Lejos de haber quedado fijadas en un inmovilismo conservador, las versiones originales debieron sufrir en este intervalo, un buen número de transformaciones y además, asimilar influencias extranjeras en un grado que no podemos determinar."

Partiendo de la necesidad de contemplar estas fuentes bajo una perspectiva crítica, el presente artículo analizará punto por punto la información que el "Leabhar" nos transmite sobre la mencionada invasión.

1) A estas alturas, es innecesario demostrar la existencia de conexiones entre los territorios del Arco Atlántico desde ya antes de la Edad del Bronce (probablemente desde el megalitismo) No debemos ovidar, sin embargo, que tales conexiones y las afinidades culturales derivadas de las mismas se pueden explicar mediante la transmisión de ideas, vinculada al comercio y la proximidad geográfica; no siempre debemos pensar en migraciones o invasiones. Sin embargo, la cuestión concreta es ¿debemos considerar al "Leabhar Ghabhala" fuente de datos fiable para aceptar la idea de una invasión de Irlanda desde la Península Ibérica en plena Edad del Hierro?

2) El "Leabhar Ghabhala" es un libro escrito alrededor del 1100, en el que se recogen relatos más antiguos, probablemente del siglo VIII, que a su vez bebían de una tradición oral más antigua. El Leabhar fue redactado por monjes cristianos; con toda probabilidad, las sucesivas redacciones debidas a las plumas de los distintos amanuenses hicieron que el texto definitivo tuviera un gran número de intoxicaciones, debidas al bagaje cultural y religioso de los monjes en cuestión: a lo largo del libro se menciona a multitud de personajes bíblicos (Noé, Sem, Cam, Moisés, Aarón...); en el linaje de los soberanos gaélicos se inscribe una antepasada llamda Scota, hija de un faraón; se habla, pecisamente, de varios faraones, dándonos sus nombres (Rameses, Amenoses...); los gaélicos llegan a España procedentes de Egipto, de donde huyen por negarse a participar en la persecución del pueblo de Israel (¡!), y adonde habían llegado, a su vez, procedentes de Escitia. Pero, ¿sabían los irlandeses de hace 2000 ó 2200 años que existía un país llamado Egipto, cuyos soberanos llevaban el título de faraón, y que algunos de ellos se habían llamado Ramsés? Evidentemente estamos ante las aportaciones de unos monjes que se pasaban la vida entre textos religiosos y los clásicos literarios, históricos y científicos de Grecia y Roma. Pongamos un ejemplo más que sospechoso: en un determinado momento, Caicher navega al frente de sus hombres por el Mediterránero, y de repente se topan con sirenas y "ar meadhradh na murdhuchann/connerbairt riú Caicher cain/ cer dop leghdadh na cclusaibh" (contra las alegres sirenas, Caicher les dijo a ellos que derritieran cera en sus oídos) ¿alguien duda que estamos ante la aportación da algún amanuense que se había leído la "Odisea"?.

Por otra parte, los periplos no son creíbles: nadie aceptaría la presencia de celtas en el Egipto del Éxodo ni su migración hacia España por el norte de África. Si la ruta Escitia-Egipto-norte de África-España no es verosímil, ¿no deberíamos dejar lugar para la duda y plantearnos si el último eslabón, España-Irlanda, es igual de falso? ¿Entonces, de dónde salen España y la Torre de Breogán?

3) "Rucctha ag tur mBreoghain..." (nacieron en la torre de Breogán).

En la mitología irlandesa, nos topamos con multitud de torres que juegan un papel importante en los distintos relatos. Por poner un par de ejemplos, la Torre de Balor o la Torre de Conann, rey de los Fomoré, mencionada en le Leabhar; ambos caudillos , al igual que los vástagos de Breogán, ansían el dominio de Irlanda. Desde muy antiguo, los irlandeses han buscado ubicar en el mundo real esas torres míticas. Aún hoy, cualquier islote o isla próximo a la costa, con algún indico de ruínas, es considerado por la tradición local la ubicación de alguna de las torres legendarias (por ejemplo, la isla de Tory) sin embargo, la identificación Torre de Hércules-Torre de Breogán, responde a una realidad más compleja.

4) Fue d’Arbois de Jubainville quien sugirió que, en principio, los irlandeses debieron considerar que sus antepasados procedían de un país sobrenatural...Plutarco y Procopio recogen una tradición celta según la cual la parte occidental de Gran Bretaña sería el lugar donde estaría el País de los Muertos. Así, del mismo modo que en la Antigüedad los autores clásicos ubicaron el Sidh en Gran Bretaña, los monjes altomedievales lo identificaron con España, que al fin y al cabo era algo muy parecido: la tierra más allá del mar. Y es que en los mitos celtas, el Sidh se ubica en una isla o tierra de ultramar. Los monjes necesitaban identificar ese Más Allá, incompatible con la ortodoxia cristiana, con un país real para "despaganizar" el contenido de los relatos. Aun así, la "despaganización" no siempre era completa (recordemos la "Navigatio Sancti Brandanni").

Enlazando esta idea con el punto anterior, ya tenemos un atisbo de explicación: en los mitos irlandeses, nos topamos con el lugar común del país sobrenatural allende el mar, en el que hay una torre en la que mora algún gran guerrero que aspira al dominio de Irlanda. Había que localizar esos lugares en el mundo real , y a la Torre de Breogán le tocó España, ¿por qué?

5) Los monjes conocían la existencia del faro coruñés: aparece representado en varios mapamundis de la época (sin ir más lejos, en el que aparece dibujado en el Beato de Burgo de Osma, hacia 1086) Seguramente ahí tuvieron un primer indicio para ubicar en España la Torre de Breogán. Pero había algo más; junto a la Torre, había una ciudad llamada Brigantium o Brigantia. Paulo Orosio, autor de los siglos IV-V, cuenta en su "Hisoriarum adversus paganum", de enorme difusión en la Edad Media:
"Secundus angulus (Hispaniae) circium intendit, ubi Brigantia Gallaetiae civiatas sita altissimum pharum et inter pauca memorandi operis ad speculam Britanniae erigit". (El segundo ángulo (de Hispania) está orientado al norte, donde la ciudad de Brigantia de Galicia eleva para observación de Britania su faro altísimo y digo de mención entre muy pocas cosas).

Sin lugar a dudas, la homofonía Brigantia-Breoghan les sorprendió: no sólo hallaban la torre de Breogán, sino que dscubrían que junto a la misma se levantaba una ciudad que, por su situación y nombre sólo pdía haber sido construida por el mismo Breogán. Y aún había más; el comentario de la tore elevada para "observación de Britannia" recordaba claramente a la torre de Breogán desde la que Ith podía divisar Irlanda. El círculo argumental estaba cerado: no sólo la Torre de Breogán existía y había sido localizada, sino que, además, habían descubierto una ciudad que había sido fundada por el mítico caudillo. Les faltó tiempo para añadir más de su cosecha al Leabhar: "Beoghan nanglor gal bania/ leis de ronadh Brigantia" (Breogán, el del ruido de la bravura fue un campeón, y por él Brigantia se fundó).
Evidentemente, Brigantia no tenía tal nombre por haber sido fundada por Breogán. Lo cierto es que ambos nombres provienen de una misma raíz indoeuropea, muy presente en las lenguas célticas: *bhrgh (alto, fuerte, poderoso); así, nos topamos con unos brigantes en el norte de Britania, y múltiples Brigantias por Europa (Bragança en Portugal, Bregenz en Austria). Seguramente, los nombres Brigit/Brígida o Brian nos remiten a esta misma raíz.
Conviene aclarar que en el Leabhar Ghabhala, Brigantia es mencionada como una ciudad de España (entendida como Hispania, es decir, la Península Ibérica) No se menciona en ningún momento a Galicia, ni se especifica demasiado sobre la ubicación exacta de la ciudad ( lo que refuerza la tesis de que estamos ante una mera ubicación de un espacio mítico, no de un lugar con unas coordenadas geográficas concretas). De todos modos, a partir del proceso de identificación descrito sí tenían claro de que hablaban de una ciudad en la parte noroeste de Hispania, "frente" a Irlanda.

6) La torre de Hércules fue construida por los romanos (siglo II d.C.), no por los celtas. En ningún lugar del Arco Atlántico se conocen faros, torres o cualquier otro tipo de construcción análoga anterior a la presencia de Roma en esas tierras.

7) Por todo ello, la conclusión es evidente: el mito de Breogán, muy arraigado en Irlanda, era simplemente inexistente en Galicia. ¿Cómo llegó hasta aquí? En el siglo XVII ya hubo alguna presencia del mito en nuestras tierras. Gran cantidad de irlandeses (sobre todo, religiosos) se establecieron en Galicia huyendo de ls persecuciones inglesas. En Santiago llegaron a fundar un centro educativo propio, el Colegio de los Irlandeses. Varios profesores gallegos que impartían clases en él, como Álvarez Sotelo o Benito Vázquez, oyeron por primera vez la tradición irlandesa y su vínculo con España, plasmándola por escrito en sus obras. En el mismo siglo XVII, el jefe O’Donnell Sullivan Bere enviaba una carta a Felipe II, ofreciéndole vasallaje a cambio de ayuda contra los ingleses. La carta comenzaba diciendo: "Nosotros los irlandeses tenemos nuestras raíces y origen remoto en la noble raza de los españoles, es decir, descendientes de Milesio, hijo de Bile, hijo de Breogán y de Luighe, hijo de Lythy, hijo de Breogán, según acreditan nuestros libros de la antigüedad, nuestros pergaminos, historias y crónicas..."

Pero el mito de Breogán se consagra en Galicia en el siglo XIX, de la mano de los escritores Manuel Murguía y Eduardo Pondal. Murguía conoció el "Leabhar Ghabhala" ,probablemente a través de una traducción francesa, y se entusiasmó ante la perspectiva de una invasión celta de Irlanda procedente de Brigantia. Al alcanzar la presidencia de la Real Academia Gallega, esta hipótesis histórica fue consagrada definitivamente. El historiador X.R. Barreiro analiza de la siguiente manera el proceso :"permitió elevar a la categoría de principios inconclusos lo que no eran más que ensoñaciones (...) no sólo se popularizaron, sino que además recibieron una especie de marchamo oficial(...) La fuerte personalidad científica de Murguía, el sometimiento de la mayor parte de la intelectualidad gallega a sus "dogmas",el control de la Real Academia Gallega y el subyacente interés político por legitimar la substantividad históric de la comunidad gallega, explican el proceso de readaptación historiográfica y la "oficialidad" del mito de Breogán, en íntima relación con la ciudad de La Coruña".
En lo concerniente a Pondal, creó un imaginativo mundo pancéltico, que se consagró gacias a la evelación de uno de sus poemas -en el que se cita a Breogán- al rango de Himno Gallego. Sin embargo el universo pondaliano y toda su artificiosidad fue convincenemente desmantelado por alguien tan poco sospechoso de "antigallego" o "antialleguista", como Ricardo Carvalho Calero.

8) ¿Y que opina la historiografía actual? F. J. González, autor de uno de los estudios más completos sobre los mitos que rodean a la torre de Hércules, y cuyas opiniones sobre la protohistoria gallega se inscriben en la corriente celtista, no cree verosímil la invasión de Irlanda y acepta la teoría de d’Arbois de Jubainville. Ramón Sainero, experto en la cultura celta gaélica y traductor al español del Leabhar Ghabhala, expone en su obra más reciente una curiosa hipótesis: la leyenda que rodea a la Torre de Hércules, sobre dicho héroe griego y Gerión, sería una alegoría de la derrota de Tartessos (=Gerión) con su torre de Cipión o Geronte (=Torre de Hércules) mencionada por Rufo Festo Avieno, a manos de los fenicios (=Hércules). Los celtas hispanos habrían llevado el recuerdo de este hecho a Irlanda, donde se habría deformado dando origen a la historia de Breogán y su torre; el papel de derrota de Tartessos/muerte de Gerión lo interpretaría la muerte de Ith en el primer intento por conquistar la isla. Así pues, un hecho histórico circunscribible a las convulsiones del Mediterráneo, habría dado origen de manera paralela a dos trdiciones distintas: una irlandesa (Breogán) y otra peninsular, posterior (Gerión y Hércules).
Por lo tanto, Sainero acepta una invasión celta peninsular, pero introduce dos variantes: no cree que tuviera que ser precisamente desde Galicia, sino más bien de otras zonas de la península, lindantes con Tartessos y rechaza la identificación Torre de Hércules- Torre de Breogán, proponiendo que la última no estaría inspirada en la primera, sino en una construcción tartéssica.

9) ¿Y qué dicen los historiadores y arqueólogos irlandeses? Hay un debate sobre la presencia o no de "iberians" en la Irlanda antigua (Cuando la historiografia irlandesa usa la voz "ibérico" se ha de entender como relativo a la península Ibérica, y no en el sentido de relación con los pueblos iberos)
No logran ponerse de acuerdo sobre cuándo termina en Irlanda la Edad del Bronce y se pasa a la Edad del Hierro; en el caso concreto del sur y suroeste, existen castros de los que se tiene un conocimiento muy limitado sobre su cronología. Harbison acepta la leyenda milesia, aunque admite su escaso fundamento arqueológico: intenta establecer un paralelismo ente los verracos de la Meseta y los "osos" de Cathedrall Hill (Armagh). Ryme intenta aportar como prueba la punta de lanza de hierro de Castlecowell (Limerick) basándose en la existencia de dos ranuras que flanquean el nervio central de la hoja (detalle que, según él, sólo tiene paralelismos en España). Caufield acepta una invasión celta hispana, echando mano de supuestos paralelismos entre celtíbero y gaélico y elementos arqueológicos (molinos, bocados de caballo, fíbulas...).

Frente a estas teorías, hay una extensa nómina de investigadores que no acepta la invasión: Hughes, Champion, MacEoin, Raftery... que responden a los argumentos anteriores: no sabemos si los "osos" de Cathedrall Hill son de la edad de Hierro; la punta de Castlecowell...¿hasta qué punto este detalle tan simple sirve de prueba? ese tipo de hojas son raras en la Península, y en el corpus de lanzas de la Meseta, recogido por Schüle, no se recoge ninguna semejante. Además, podría tratarse de una importación llegada a Irlanda por vía comercial; difícilmente se puede considerar un sólo objeto aislado prueba de toda una migración.
Sobre las lengus celtas, el hecho de que el gaélico y el celtíbero sean próximos (ambos en Q) puede tener otra explicación; Irlanda es una isla y la Celtiberia estaba aislada del resto de la Europa celta por una cadena montañosa (Pirineos) y -sobre todo- varios pueblos no celtas que actuaban a modo de barrera: iberos, aquitanos, vascones...es decir, Irlanda y la Celtiberia eran territorios aislados, lo que hizo que en ellos no se produjera la evolución de Q a P que sí se produjo en el galo y lenguas afines (gálata, lepóntico).
Sobre los paralelismos arqueológicos expuestos por Caulfield, los escépticos consideran que no explica detalladamente los objetos en cuestión, ni establece referencias comparativas con objetos peninsulares significativos.
El mencionado Harbison, a pesar de pertenecer a la corriente invasionista, rechaza los paralelismos entre los "caballos de Frisia" y las piedras hincadas: las primeras no serían una influencia peninsular, sino una supervivencia en piedra de una costumbre anterior de defender el acceso a los castros con estacas de madera.

Es curioso el silencio que muestran estos autores (incluidos los invasionistas) hacia la cultura castreña del noroeste, estableciendo los paralelismos con los castros meseteños: las lanzas estudiadas por Schüle, los verracos, la lengua celtíbera, las piedras hincadas (abundantes en la meseta, escasas en el noroeste)...

Podemos concluir este punto con una cita de Raftery: "ante la falta de excavaciones y la ausencia en Irlanda de un conjunto de materiales de origen demostrablemente ibérico o que simplemente ofrezca afinidades ibéricas, se debe aceptar con seguridad que la conexión ibérica continúa sin estar probada".

10) Conclusión: los celtas irlandeses poseían unas tradiciones mitológicas en las que jugaban un gran papel las referencias a torres situadas en tierras míticas más allá del mar, habitadas por guerreros que ansiaban el dominio de Irlanda. Los monjes cristianos plasmaron por escrito estas leyendas, intentando "racionalizarlas". Por ello, ubicaron tales lugares en el mundo real. La torre de Breogán fue ubicada en España por varios motivos:
-Era una tierra allende el mar.
-En sus costas existía una gran torre antigua.
-Junto a la torre, existía una ciudad llamada Brigantia o Brigantium, nombre muy parecido a Breogán.
El relato se fija por escrito en los siglos XI-XII. Llega a Galicia por primera vez en el siglo XVII, de la mano de refugiados irlandeses, pero van a ser los escritores del siglo XIX, padres del galleguismo, los que divulgarán y populizarán el mito, hasta el punto de que quede incorporado al acervo popular gallego contemporáneo.

Varias fuentes. Recopilación realizada por A. Torres Sánchez.

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