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Los orígenes del PUEBLO VASCO

Los orígenes del PUEBLO VASCO Los orígenes del pueblo vasco son controvertidos. Se habla de una raza de unas 600.000 personas que habían vivido desde tiempos inmemoriales alrededor del extremo occidental de los Pirineos. De ellos, unos 450.000 vivían en España y el resto en Francia. Hay quienes han identificado la danza tradicional vasca, la Espata Danza, con el Tripidium de los íberos, que enunció Estrabón.



De ahí se ha sacado la conclusión, no concluyente pero bastante generalizada, de que los vascos son íberos que conservaron su identidad en sus remotos valles. Esta teoría tiene sentido si seguimos el rastro descrito a partir de las crónicas de Tito Livio (XXI, 1, 2, 3, 4-24), Polibio (III, 33, 34, 35) y Estrabón. Según ésta la instalación de lo´s "vascones" coincidiría con el itinerario de la marcha de Aníbal contra Roma desde Cártago (219 a.C.), de cuyas tropas huyeron al menos 20.000 hombres poco después de pasar el Ebro y antes de cruzar los Pirineos. Fue allí donde unos 40 años más tarde los romanos encontraron a aquella tribu de "varias razas" diferentes en todo a los pueblos celtas de la zona y a quienes llamaron "barscunes". Desde luego la lengua vasca se parece a lo que se conoce del íbero. Es una lengua primitiva, con tres dialectos y casi sin literatura.

Aislamiento geográfico

Sean estas teorías ciertas o no, lo único seguro sobre la historia vasca es la existencia de una sociedad característica en las montañosas provincias españolas de Guipúzcoa, Vizcaya, Álava y Navarra (y, en menos medida, en la zona vasco-francesa) desde los tiempos prehistóricos. Los rasgos característicos de esta sociedad han sido desde tiempo inmemorial, un profundo sentimiento religioso, el aislamiento político y la autosuficiencia agrícola.

En esta región, la Iglesia permaneció muy cerca de la tierra, de manera que las parroquias eran los centros de la vida cívica. En cuanto al aspecto político, al menos desde la alta Edad Media, cada dos años se reunían bajo un roble en Guernica (Vizcaya) asambleas compuestas por representantes de todos los hombres mayores de veintiún años. Allí, el monarca, o un representante suyo, juraba respetar los fueros vascos.

La transferencia a la vida política de la antigua tradición de adorar al roble hace pensar que ésta tenía un carácter sagrado, ancestral. De hecho, estas costumbres ya existían antes de la llegada de los árabes, los cuáles jamas llegaron a conquistar el País Vasco.

La sociedad vasca hizo un primer intento de autoafirmación a principios del siglo XIX, cuando, la fuerza de sus sentimientos locales unido a su catolicismo, dio como resultado la constitución del núcleo de los ejércitos carlistas en su guerra contra los liberales. Tras la Guerra Carlista de 1839, el gobierno liberal suprimió el poder judicial y legislativo del País Vasco. La tercera guerra en defensa de los fueros (1872) terminó con la derrota de los carlistas. El 21 de julio de 1876 Cánovas del Castillo abolió definitivamente todos los fueros.

La ira que generó esta medida se intensificó a finales del siglo XIX, con la industrialización. Comenzó entonces a desarrollarse un fuerte sentimiento nacional fruto del cual surgió el PNV, inspirado por Sabino Arana. Bajo el lema "Jaungoikoa eta lagi-zarrak", los nacionalistas pretenderán construir un subsistema social que reflejará el corte del entorno español y la reconstrucción de los valores tradicionales. Sabino Arana llevó a cabo un prodigio de genética semántica en el laboratorio de la ideología tradicionalista del fuerismo romántico. El resultado fue un modo de pensar y sentir basado en la neutralización de un "gen cultural" que catalizaba la sangre y Dios, el idioma, la pureza de origen y la vieja ley.

Surgieron nuevos nombres para nombrar nuevas realidades. Así, Aberri, pasó a ser el pueblo-raza o comunidad prístina de sangre; abertzale el patriota o amante del pueblo-raza; pero sobre todo Euzkadi que se constituyó como el nuevo nombre de la nación vasca. En la Euzkadi independiente proyectada por Arana sólo cabían los vascos católicos confesionales, quedando excluídos los inmigrantes, y los vascos de ideología liberal, republicana o socialista.

En opinión del filósofo Fernando Savater, el nacionalismo vasco tiene toda la retórica de la viejas ideologías políticas pero con la comodidad de basar su planteamiento en determinados valores irrebatibles: la exaltación de los orígenes y de la identidad y la mitificación de la historia.

Unas medidas económicas o de otro orden siempre son discutibles, tienen un contraste con la realidad. Pero todo lo que sea apelar a los mitos originarios o fundacionales, tiene de positivo que nadie lo puede rebatir porque corre el riesgo de convertirse en enemigo del país, de la tradición y de la patria, pero es una forma cómoda de hacer demagogía política.


Varias fuentes, no "nacionalistas".Recopilación realizada por A. Torres Sánchez.

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