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La SUERTE en el fútbol.

La SUERTE en el fútbol.

PACO BELLO, alias "Paquiño el Palas", es un coruñés que sólo vive para “su” Deportivo de La Coruña. Últimamente, debido a los resultados, mal vive. Paquiño no quiere saber de lógica, cálculo de probabilidades, suerte, mala suerte, ni de ninguna otra “zarandaja”. Él quiere que gane su “DEPOR” a toda costa, aunque para ello tenga que peregrinar al Valle de los Caídos para invocar la intermediación del espíritu de otro PACO ilustre. Su única deidad es LENDOIRO, el Augusto César, por el que estaría dispuesto a dar su vida y hacienda. No sabe que en el resultado de un partido de fútbol intervienen, al menos, tres factores: la calidad del equipo, el trabajo del equipo y la suerte. Esta claro que un equipo de mas calidad lleva las de ganar pero evidentemente esta no es suficiente por sí sola, los jugadores han de estar motivados y deben esforzarse al máximo para desarrollar aquella. Sin embargo por mucha calidad y por mucho que trabaje un equipo, no ganará el partido si la suerte esta en contra. Los mata gigantes así lo demuestran, equipos modestos que ganan al fuerte en un golpe de suerte. A pesar de las mejores jugadas y de muchas mas ocasiones de gol, el equipo grande sin suerte estrella balones contra los postes o los roza por la parte de fuera (también puede darse el caso de que un DIA determinado tenga muchos jugadores lesionados o en baja forma). Y si el equipo contrario, aunque sea pequeño, tiene su DIA de suerte es capaz de colar gol en su único e inverosímil contraataque. En este articulo se cuantifica cómo influye la suerte en un partido de fútbol (dentro de la suerte incluyo todo aquello que no es predecible).


La suerte hace posible las quinielas y que el resultado de un partido no se sepa de antemano, aunque jueguen el primero y el último clasificados en el campo del primero. La suerte le da interés al fútbol y lo convierte en el gran espectáculo que es. Si la suerte no influyera, siempre ganaría el mejor equipo y se sabría de antemano el resultado.


Cuando se juega un elevado número de partidos, como por ejemplo la liga, la suerte no influye porque la teoría de probabilidades dice que el número de partidos con la suerte a favor iguala al de los partidos con la suerte en contra. En cambio sí influye y mucho, como ahora veremos, cuando se juega un solo partido o cuando se juega un campeonato con pocos partidos.


En un equipo de primera fila no se nota su buena suerte a lo largo de una temporada entera, porque los días de buena suerte, en los cuales gana los partidos, esta queda disfrazada por la calidad del equipo. El partido se ha ganado y todo el mundo cree que es porque el equipo es mejor, no porque haya tenido mejor suerte. Por el contrario su mala suerte sí se nota porque el partido se ha perdido o empatado contra todo pronostico.


En un equipo de poca calidad ocurre al revés. Su mala suerte no se nota, porque cuando se pierde un partido todos creen que ha sido debido a su mala calidad, no a su mala suerte. Su buena suerte sí se nota, ya que el partido lo ha ganado o empatado cuando por su calidad y meritos debiera haberlo perdido.


Así pues la cuantía de la suerte puede calcularse con los resultados obtenidos por el primero y el último clasificados durante una temporada. Si observamos la clasificación final de cualquier temporada en 1ª o 2ª división veremos que el campeón no ha ganado todos los partidos como así debiera de haber sido pues fue el mejor. Y el farolillo rojo ha ganado o empatado algún partido aunque debiera haberlos perdido todos porque fue el peor.


Por ejemplo en la temporada 2002-03 en 1ª división el Rel Madrid ganó la liga con 78 puntos y el Rayo quedó el último con 32 puntos. El número máximo de puntos en juego fue de 114 pues hubo 38 partidos y son 3 los puntos por partido ganado. Se da la circunstancia de que al final de la liga y en cualquier temporada, ya sea en 1ª o en 2ª división, la suma de los puntos obtenidos por el primer y por el último clasificados (78 + 32 = 110 en la temporada 2002-03) es prácticamente igual al número máximo de puntos (114). Parece como si los puntos que deja de ganar el campeón los ganara el farolillo rojo. De no haber influido la suerte el Real Madrid hubiera obtenido 114 puntos porque fue el mejor de todos, pero solo obtuvo 78 debido a sus días de mala suerte. Esta mala suerte del Real Madrid puede evaluarse como la diferencia relativa entre los puntos que debería de haber obtenido si la suerte no hubiera influido y los que realmente obtuvo, es decir:
(114 - 78) / 114 = 31,58 %


El Rayo fue el peor de todos los equipos pero aun así consiguió 32 puntos debido a la suerte. Su buena suerte puede calcularse también como la diferencia relativa entre los puntos realmente conseguidos y los que tendría que haber conseguido de no haber tenido suerte (cero puntos), es decir:
(32 - 0) / 114 = 28 %


Se observa que ambos valores (la mala suerte del primero y la buena suerte del último) son muy parecidos (como predice la teoría de probabilidades), siendo su valor medio:
(31,58 + 28) / 2 = 29,79 %


Los equipos que quedaron en la mitad de la tabla (Betis, Mallorca, Sevilla, Osasuna y Atlético) obtuvieron una puntuación en la cual no influyó la suerte pues su buena suerte en unos partidos (un 30 %) se compensó con su mala suerte en otros (otro 30 %).


Operando de la misma manera en las tres ultimas temporadas para la 1ª y la 2ª división se obtienen los siguientes valores medios de la buena o de la mala suerte:
2000-01 2001-02 2002-03
1ª división 32 % 33,3 % 29,79 %
2ª división 29,8 % 35,52 % 34,64 %

Los seis valores obtenidos son similares. Su valor medio es:
(32 + 33,3 + 29,79 + 29,8 + 35,52 + 34,64) / 6 = 32,5 %


Es decir, la influencia de la buena suerte (o de la mala suerte) en un partido de fútbol es un 30 %. Sumando ambas (la suerte a favor y la suerte en contra) se obtiene que la suerte en el fútbol influye en un 60 %.


En un partido determinado un equipo puede tener un 60 % de suerte (un 30 % de buena o un 30 % de mala). La suerte no influye en el otro 40 % de probabilidad y el resultado es únicamente achacable a la calidad y trabajo del equipo.


Aunque a lo largo de una temporada la suerte de todos los equipos es igual (todos tienen sus días de suerte a favor y sus días de suerte en contra, equiparados unos y otros según la teoría de probabilidades), en los equipos de mas calidad solo se nota su mala suerte y en los equipos peores solo se nota su buena suerte.


Como vemos, la suerte no influye en el cómputo global de toda una temporada pero sí se deja notar en un solo partido o en los campeonatos de pocos partidos. Esto es lo que le da interés a un partido de fútbol, que ni la calidad ni el trabajo lo son todo. Siempre hay algo impredecible e incontrolable: la suerte.


Al no influir la suerte en el cómputo global de una temporada, los primeros puestos de la clasificación siempre los ocupan los equipos mejores y los últimos puestos los peores, como la experiencia nos viene demostrando cada año. Prácticamente solo influye la calidad y el trabajo del equipo. En cambio en los campeonatos de pocos partidos no queda garantizado el éxito de la mejor plantilla. Igualmente el resultado de un partido de fútbol determinado es impredecible porque la suerte influye mucho, de ahí el interés de las quinielas.


Tan importante como tener una buena plantilla es el esfuerzo y el trabajo en el campo: presionar al contrario, correr y correr, no dar ningún balón por perdido, meter la pierna, darlo todo hasta sus últimas energías... Ello se consigue mentalizando a la plantilla pero sobre todo pagándole (la mejor mentalización es la que afecta al bolsillo) según los objetivos conseguidos: según el nº de goles marcados y encajados, según el puesto final en la clasificación, según el nº de títulos conseguidos, etc. Si al final de temporada el resultado es pobre, el sueldo será menor; pero si es satisfactorio, el sueldo será alto. Así los clubes se garantizarían a sí mismos una saneada economía pues el gasto de la plantilla (que suele ser uno de los más altos del club) seria proporcional a los ingresos.


Una fuerte motivación de los jugadores puede compensar una menor calidad. A las multimillonarias figuras con altísimas y seguras fichas, que no dependen de los triunfos conseguidos, no hay manera de motivarlas y estamos viendo que la gran mayoría se mueven por el terreno de juego como lo que son: señoritos del balompié.

A. Torres Sánchez.

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