Blogia
Brigantium

La TRANSICIÓN de la dictadura de FRANCO a la DEMOCRACIA actual en ESPAÑA.

La TRANSICIÓN de la dictadura de FRANCO a la DEMOCRACIA actual en ESPAÑA. CARRERO y ARIAS.

En 1972 el General Franco tiene 80 años y deja la Presidencia del Gobierno al Almirante Carrero Blanco que es asesinado por ETA a finales de 1973. Le sucede Carlos Arias Navarro cuyos propósitos aperturistas, expuestos en su discurso de investidura, se quedan en agua de borrajas.

En 1973 el franquismo da sus últimos coletazos. El Caudillo deja en manos del almirante Luis Carrero Blanco la Presidencia del Gobierno para quedarse sólo con la Jefatura del Estado. El poder real reside desde los años 60 en las manos del Opus Dei, que va ocupando los lugares de mando del país.

A la muerte de Carrero Blanco en el atentado perpetrado por ETA el 20/12/1973, le sucede, por decisión de la familia Franco, Carlos Arias Navarro, ya ministro de la Gobernación y antiguo director de la seguridad nacional: un viejo represor.
Carlos Arias no le gusta a nadie: tiene el hombre propósitos "aperturistas" que consisten en reformar las Leyes Fundamentales (la Constitución del Franquismo), cuyas holguras habrían de dar margen suficiente para la evolución, según expone en su discurso a las Cortes del 12 de febrero de 1974. Estas admirables inquietudes de Carlos Arias y de los "reformistas" del régimen no pueden gustar a los integristas del Franquismo, no ya al bueno de Franco que está en las últimas, sino a los jerarcas que no quieren conservar tampoco el status quo, sino incluso regresar a las esencias de los años cuarenta. Pero tampoco agrada el Gobierno de Arias Navarro a la oposición democrática, evidentemente puesto que no sólo no es democrático, sino que además, en su discurso del 24 de junio de 1975 el Presidente del Consejo de Ministros define una trinidad de principios inmutables:

1) exclusión radical del comunismo "en sus tendencias, grupos o manifestaciones", que incluye a cualquier grupo con connotaciones obreras reivindicativas. Quedan pues excluidas de la posibilidad de legalización un gran número de organizaciones ya sea políticas o sindicales.

2) La afirmación de la unidad nacional, que deja fuera de discusión cualquier reivindicación nacionalista y cualquier proyecto autonómico.

3) El reconocimiento de la forma monárquica del Estado.

Franco ha abandonado en 1972 la Presidencia del Consejo de Ministros, que siempre ha sido su "Parlamento de bolsillo": tenían los ministros una función de meros consejeros del dictador, puesto que jamás se adoptaba una decisión colectiva opuesta a una decisión del jefe supremo. En palabras de Diego López Garrido, "el Consejo de Ministros era un apéndice de Franco". En las etapas de Carrero Blanco y Arias Navarro, en las que Franco ya no preside el Consejo, éste sigue siendo el baluarte frente a tesis aperturistas que provienen de todos lados, incluso de pequeños segmentos del ejército.


LOS EUROPES CONTRA EL FRANQUISMO.

A pesar de su vejez, al dictador no le falta la fuerza de firmar (durante el café, según cuentan) las penas de muerte de cinco terroristas (dos de ETA y tres del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista Patriótico)), que son ejecutadas el 27 de septiembre de 1975. Ese episodio levanta una polvareda impresionante en toda Europa tanto antes como, sobre todo, después de las ejecuciones: miles de telegramas de protesta inundan los organismos oficiales mientras son asaltadas las Embajadas y Consulados de España. Agencias de viaje, oficinas de Iberia y banderas de España son incendiadas.
El primer ministro de Holanda convoca al país a una manifestación de protesta, presidida por el gabinete en pleno, contra el Régimen español y hace un llamamiento para que ningún ciudadano de su país visite España.
El Gobierno de Portugal no se hace responsable de la destrucción total, por indignados manifestantes, de la Embajada española en Lisboa. Miles de manifestantes gritan en contra del dictador español por las calles de las capitales europeas, los embajadores de los países de la CEE son llamados a consultas por sus respectivos Gobiernos y hasta se solicita la reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para que vote la expulsión de España de los organismos internacionales.

Tampoco en la Santa Sede el recrudecimiento del Régimen pasa inadvertido: Pablo VI escribe tres cartas secretas al dictador, antes de las ejecuciones, pidiendo la gracia de los terroristas, pero no recibe contestación a ninguna de las tres, por lo que hace una alusión clarísima a este asunto después del Ángelus del domingo siguiente, cuando ya los terroristas han sido pasados por las armas. Tras las palabras públicas del Pontífice, Franco le escribe una carta llamándole Padre, manifestándose devoto hijo suyo y diciéndole que siente en el alma no haber podido acceder a su petición porque razones graves de orden interior se lo impedían. Cierto es que la extrema derecha se manifiesta en España a favor de la mano dura en los procedimientos contra los terroristas, y que la Guardia Civil protagoniza incidentes porque a su parecer no se juzga con la debida severidad a los presuntos culpables de haber matado a agentes de las Fuerzas de Orden Público. Pero ¿son éstas razones suficientes para que Franco desoiga las peticiones de indulto del mismísimo Papa? Nace la duda de que las cartas de Pablo VI no llegaron a manos del destinatario a tiempo, gracias a la mano, propone el Cardenal Tarancón en sus memorias, de Carlos Arias Navarro.

Este incidente diplomático con el Vaticano no impide que el Papa diga de Franco "que ha hecho mucho bien a España y le ha proporcionado un desarrollo extraordinario y una época larguísima de paz. Franco merece un final glorioso y un recuerdo lleno de gratitud". Sin comentarios.

EL FRANQUISMO CONTRA LOS EUROPEOS.

Tras las protestas internacionales por las ejecuciones capitales de septiembre de 1975, Carlos Arias llena la Plaza de Oriente para vitorear al Caudillo. Los discursos de los Jefes de Gobiernmo y de Estado son inolvidables.
Las protestas internacionales disgustan mucho en España y Carlos Arias encuentra la solución a dicha injerencia vejatoria: se dirije por televisión a los españoles, diciendo que "no sabemos qué nos produce más estupor: si la violencia vesánica de los agitadores..., o la culpable irresponsabilidad de los responsables de los Gobiernos y de los medios informativos que la secundan.(...) En esta noche, estoy con todos vosotros, españoles, para pedir renovéis vuestra ayuda al Gobierno con el ejemplo de vuestra unidad ante la innoble agresión exterior...". La careta aperturista que se había puesto el 12 de febrero de 1974 ya está guardada en el baúl de los olvidos de Carlos Arias, que es ahora el auténtico centinela de la ortodoxia franquista.
Cuentan que Franco lloró viendo a su Primer Ministro convocar por televisión a sus ciudadanos a rendirle homenaje en ocasión del 39 aniversario de su "exaltación a la Jefatura de Estado", en la Plaza de Oriente de Madrid.

Y acuden, según TVE, un millón de personas el 1 de octubre de 1975 a rendir homenaje a un Franco que sale al balcón del palacio con uniforme militar, gafas de sol, morbo de Párkinson y una voz débil que se oye decir por megafonía: "Españoles: Gracias por vuestra viril adhesión y por esta serena y digna manifestación pública que me ofrecéis en desagravio a las acciones de que han sido objeto nuestras representaciones... en Europa... Todo obedece a una conspiración masónica e izquierdista en la clase política, en contubernio con la subversión comunista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece. Estas manifestaciones demuestran, por otra parte, que el pueblo español no es un pueblo muerto, al que se le pueda engañar... Evidentemente, el ser español vuelve hoy a ser una cosa seria en el mundo. ¡Arriba España!"

El General llora mientras entona el Cara al Sol, mientras que el Príncipe Juan Carlos permanece firme, sin levantar el brazo y en absoluto silencio y el Cardenal Primado de Toledo da la bendición apostólica al Caudillo, para el que éste será el último acto público al que asistía. Y son muchos los que piensan que en ese balcón contrae la flebitis que acabará con él cincuenta días después.
El Gobierno de Carlos Arias Navarro es vitoreado y aclamado ahora en las calles por los mismos manifestantes que en numerosas ocasiones han pedido su dimisión por "aperturista".


FRANCO MUERE y NACE un REY.

A la muerte de Franco, Juan Carlos de Borbón es coronado Rey de España. Su discurso de coronación es esperanzador para quienes piden un sistema democrático, pero Juan Carlos I confirma en la Jefatura del Gobierno a un Carlos Arias que durante meses sigue llorando por el recién difunto Caudillo. El Rey decide así cesar a Carlos Arias.

LA MUERTE de FRANCO.

Franco muere a las 4.20 de la madrugada del 20 de noviembre de 1975 y es enterrado en el Valle de los Caídos. Juan Carlos Iº es su sucesor como el mismo Franco había decidido el 22 de julio de 1969, con base en la ley de sucesión de 1947, en la que se decía que "la jefatura del Estado corresponde al Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don Francisco Franco Bahamonde" (art. 2) y que a él le estaba reservado el derecho de designar al sucesor.

ALGO NACE.

La coronación se lleva a cabo el 22 de noviembre en las Cortes, con asistencia de Jefes de Estado y de Gobierno que se han negado a asistir al entierro del General.
Y dice el nuevo monarca en su discurso: "Hoy comienza una nueva etapa de la historia de España... Una sociedad libre y moderna requiere la participación de todos en los foros de decisión, en los medios de información, en los diversos niveles educativos y en el control de la riqueza nacional. Hacer cada día más cierta y eficaz esa participación debe ser una empresa comunitaria y una tarea de gobierno". Franco ya empieza a revolcarse en la tumba.

El primer problema que debe afrontar el Rey Juan Carlos, es decidir a quién colocar en las presidencias del Gobierno, del Consejo del Reino y de las Cortes. Decide finalmente mantener a Carlos Arias como Primer Ministro, siguiendo los consejos de la familia Franco, de los consejeros del Reino y del Cardenal Tarancón. Y con la ayuda de Arias Navarro consigue que su antiguo preceptor, Torcuato Fernández Miranda, sea nombrado Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino. Es un catedrático de Derecho Político hábil e inteligente, tímido y brillante, pero antipático y distante, odiado por los franquistas, que ocupó interinamente la Presidencia del Gobierno tras la muerte del almirante Carrero Blanco, y que tiene estudiada la forma en que se puede producir la reforma del Régimen.
Carlos Arias remodela su gabinete el 12 de diciembre de 1975, dando entrada a ministros "reformistas" como Manuel Fraga, que es la verdadera cabeza visible del Gobierno. Oficialmente el programa es la reforma (la llamada reforma Arias/Fraga), pero la cosa no funciona: no cuenta con el apoyo de las fuerzas de la opsición democrática simplemente porque el Gobierno no cuenta con ellas para formular sus decisiones. Pero es que además, la fórmula innegociable de Fraga consiste en el bicameralismo, la composición oligárquica del Senado y una irresponsabilidad política de derecho del Gobierno ante las Cortes que, como en la Inglaterra georgiana, debería evolucionar en unos decenios hacia el parlamentarismo. El Rey intenta convencer a Arias de la conveniencia de acelerar el proceso, pero se encuentra con que el presidente contesta "Sí, Majestad", y no hace nada, e incluso hace lo contrario de lo que el Rey sugiere. El búnker, como son conocidos los leales a Franco, sigue teniendo mucho poder.

La DESTITUCIÓN de Arias Navarro.

En junio de 1976, a Su Majestad no le queda más remedio que sustituir a Arias Navarro, pero eso no es fácil. Hay mucho escrito sobre la dimisión de Arias Navarro y sobre el nombramiento de su sucesor. Páginas emocionantes que aquí resumiré brevemente.
En esos días el Rey realiza su primera visita de Estado a los Estados Unidos. Allí provoca el aplauso general y entusiasta en un discurso ante senadores y congresistas en el que nada de lo que dice tiene que ver con lo que defiende su Primer Ministro en Madrid. Nada más volver a Madrid, su propósito es el de cesar a Arias Navarro, pero se encuentra con una situación espinosa: se entera de que es el estamento militar el que le va a enviar una carta pidiéndole la destitución de Arias, acusado de ser demasiado tolerante y por lo tanto débil: la proclamación del Rey da lugar a una amnistía que pone en la calle a unos pocos presos políticos (Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius...); las fuerzas democráticas, aún no legalizadas, impulsan toda una ola de huelgas y manifestaciones que al grito de "Amnistía y Libertad" ponen al Gobierno contra las cuerdas. Arias da la culpa de estos sucesos a los jueces, a la prensa, a la Iglesia y al "erotismo que lo invade todo" (sic), pero los militares quieren una respuesta contundente. Además Manuel Fraga, ministro de la Gobernación, declara al The New York Times que "algún día tendrá que ser legalizado el Partido Comunista". Esto ya pasa de castaño oscuro.
Juan Carlos se da cuenta de que tiene que destituir a Arias con urgencia, antes de que le llegue la carta de los militares pidiéndole el cese: "Esto no puede seguir, so pena de perderlo todo... Yo tenía que tomar una decisión difícil pero la he tomado. La pondré en ejecución de golpe, sorprendiendo a todos" le dice confidencialmente a José María de Areilza, ministro de Asuntos Exteriores, el 1 de julio, poco antes de recibir privadamente a Carlos Arias y decirle que agradece sus servicios a la patria y a la Corona, pero que los nuevos tiempos exigen nuevos políticos. Dicho y hecho: Arias, cuentan que sorprendido, dimite allí mismo.
Parece ser que Juan Carlos ya sabe a estas alturas a quién quiere como sucesor de Arias, pero necesita que el Consejo del Reino le dé ese nombre en una terna, sobre cuya base él habrá de decidir. El sábado 3 de julio Torcuato Fernández Miranda sale de la última reunión pronunciando la célebre frase: "Estoy en condiciones de ofrecer al Rey lo que me ha pedido".


Adolfo Suárez acepta la oferta de Juan Carlos I para presidir un nuevo Gobierno, con el objetivo de reformar el sistema.

Adolfo Suárez, un anónimo funcionario franquista con pinta de jefe de planta de El Corte Inglés, ministro en el gabiente de Arias, espera impaciente la llamada de Su Majestad desde mediodía de ese mismo sábado: las voces de Palacio y algunas alusiones de Su Majestad le dan como candidato a sustituir a Arias Navarro. Así es que cuando poco después de las cinco de la tarde suena el teléfono y el Rey le dice: "Adolfo, ¿qué haces? ¿Quieres venir a tomar café?", él acepta, con serenidad viste un traje azul oscuro y conduce su Seat 127 hasta la Zarzuela, residencia del Rey, el cual le recibe al instante y pronuncia otra célebre frase:
—Adolfo, te quiero pedir un favor. Acepta la Presidencia del Gobierno—.
—Ya era hora— contesta Suárez.

"Ya era hora" porque hacía meses que corrían voces sobre Suárez presidente y porque Arias era un cadáver político desde hacía mucho tiempo. Durante toda su presidencia tuvo en su despacho un gigantesco retrato de Franco, que era su punto de referencia más firme y al que citaba en sus discursos más que al Rey. Quizás quisiera reformar el régimen, pero permaneció atormentado por las dudas entre sus fidelidades y su ignorancia de cómo hacerlo. Amaba hablar en privado del Rey llamándole "el niño", y decir que no lo soportaba durante más de diez minutos.

El Gobierno Suárez, que jura su cargo ante el Rey el lunes 5 de julio, no es bien recibido por nadie, ni por el búnker ni por la oposición democrática, ni por los "reformistas": ni Fraga ni Areilza quieren seguir en el Gobierno, que es conocido como el Gobierno de los penenes (siglas de la denominación Profesores No Numerarios), que quiere significar que Suárez se ha visto obligado a buscar a personalidades menores para componer el ejecutivo.

Tras un paquete de medidas económicas tomado en agosto, en el que se suprime el impuesto de plusvalías de origen bursátil, que recibe escasa atención por su "carácter veraniego" y que no impide que la Bolsa siga bajando, en septiembre el nuevo Gobierno da a la luz su proyecto de reforma política: se irá a "...las primeras elecciones a Cortes para constituir un Congreso de 350 diputados y elegir 207 senadores". Dicho proyecto debe ser aprobado por los dos tercios de las mismas Cortes y luego refrendado por los españoles. El primer paso es tremendamente difícil: ¿cómo van a votar a favor de la democracia los procuradores de las Cortes franquistas? ¿Cómo van a votar a favor de su propia desaparición?


LA REFORMA POLÍTICA.

Al harakiri de las Cortes franquistas le sigue el sí de los españoles al proyecto de reforma política y la preparación de las primeras elecciones democráticas a Cortes desde febrero de 1936. Las situaciones política y social son muy difíciles.

EL HARAKIRI.

El 18 de noviembre ocurre la magia, el milagro: más de los dos tercios necesarios de las Cortes franquistas votan a favor del proyecto de ley, firmando pues su misma acta de defunción. No queremos ni pensar en las promesas que convencieron a los jerarcas franquistas: la magia tuvo seguramente algún truco.
A este episodio se le da el nombre de el harakiri.

El 15 de diciembre de 1976 se celebra el referéndum, en el que el 94% de los votantes dice sí al proyecto de reforma política, en las primeras elecciones libres desde febrero de 1936. Libres en el sentido de que no cabe duda de la veracidad del resultado, al contrario de lo que pasó con los dos referendos del régimen franquista. Sin embargo cabe destacar que no es un plebiscito democrático por la simple razón que las fuerzas de la oposición todavía no están legalizadas, por lo que sólo hay campaña institucional a favor de la participación al voto (Habla, pueblo, habla) y por el sí, y llamamientos a la abstención de las fuerzas de la oposición, no legales pero toleradas. Circula durante dicha campaña esta explicación de Miguel Herrero de Miñón, funcionario entonces del Ministerio de Justicia: "no es, sin duda, un referéndum democrático, puesto que no existen las libertades propias de la democracia; pero es un referéndum para establecer la democracia y las libertades que le son propias". De todas formas qué duda cabe de que es un referéndum viciado, puesto que pregunta algo así como: "¿Quieren ustedes la libertad o no?", sin consultarle a nadie de qué forma se va a dar esa libertad y dando a entender que el proceso va a consistir en renovar las leyes del franquismo para que todo quede redondo, para que no haya discontinuidades. Por lo tanto las fuerzas democráticas que, inevitablemente, están a favor de la ruptura, es decir de hacer borrón y cuenta nueva, replantear todo el sistema, no pueden aprobar el referéndum. La abstención alcanza el 23% del censo electoral, pero los que se abstienen rezan porque gane el sí, porque ¿y si hubiese ganado el no? ¿Se hubiese ido todo el proceso al traste? Mejor no pensarlo.


Los meses más DIFÍCILES.

Se trata ahora de volver a las urnas para elegir un Congreso y un Senado cuya misión será constituyente. Pero las dificultades antes de llegar al momento de esas elecciones serán muchas. Hay quien dice que los seis meses que transcurrieron entre el 15 de diciembre de 1976 hasta el 15 de junio de 1977 en que se realizaron dichas elecciones, fueron los más difíciles de la transición política. De hecho, la conflictividad laboral y social, el terrorismo, la legalización de los partidos, los nacionalismos, la situación económica que va empeorando día a día... Todas estas cuestiones, entrelazadas y juntas, quieren una respuesta rápida y el Gobierno no puede dar una alegría a unos pocos sin echarse encima las críticas de muchos más. Por un lado hay unas fuerzas democráticas que, puesto que son toleradas, se sienten en derecho de hacer reivindicaciones, mítines, reuniones y manifestaciones (y es que estos demócratas, especialmente los de izquierdas, son como la misma peste); por otro, la extrema derecha, los nostálgicos, tienen todavía mucha relevancia. Y no sólo por el número de simpatizantes, sino por quiénes los controlan: parte del búnker (Blas Piñar, Silva Muñoz), amplios segmentos del ejército y a saber qué sectores financieros.


La situación PRE-electoral.

Santiago Carrillo, secretario general del PCE, regresa del exilio en febrero de 1976 y vive en España clandestinamente, puesto que todavía en agosto del mismo año, siendo ya presidente Suárez, se le niega el pasaporte español. A pesar de estar escondido, mantiene contactos con las demás fuerzas democráticas y se deja ver siempre más por las calles de Madrid, con el fin de forzar un reconocimiento del PCE, cuando todavía ninguna fuerza democrática ha sido legalizada. Ante dichos atrevimientos el Gobierno no puede no querer demostrar su autoridad y su eficacia represora, y la policía lo detiene y lo tiene recluido durante una semana en los últimos días de diciembre de 1976, sometiéndolo a vejaciones en comisaría.
No contenta con esto, la extrema derecha pasa a la acción: el 24 de enero de 1977 se produce la Matanza de Atocha en que resultan muertos siete abogados laboralistas del PCE. Es un episodio que provoca muestras de solidaridad y que permite que el PCE demuestre que es capaz de controlar a sus seguidores: la respuesta de masas al asesinato de los abogados comunistas es impresionante por la demostración de fuerza y serenidad. Se da la paradoja que la policía tiene que proteger a los miembros de un partido que no está legalizado, mientras que los agentes que detendrán luego a los responsables de la matanza se negarán a cobrar la recompensa a la que tienen derecho.
La Matanza de Atocha es quizás el más grave de una serie de acontecimientos violentos, que ponen en grave peligro el camino hacia la reforma: tanto ETA como el GRAPO como, por ejemplo, el MPAIAC (Movimiento para la Autonomía e Independencia del Archipiélago Canario) dieron guerra en aquellos meses. En el momento de iniciarse la transición la totalidad de los nacionalistas vascos se niega a emplear el término terrorismo para designar a ETA, a pesar de que la misma mata a 26 personas en 1975, 21 en 1976 y 28 en 1977, pasando luego a cifras mucho más altas (85 en 1978, 118 en 1979 y 124 en 1980). Por lo que respecta al GRAPO, un grupo maoísta de ciega violencia, lleva a cabo dos secuestros en diciembre de 1976 que acaban con la liberación de los rehenes por parte de la policía en febrero de 1977.
En medio de este caos, en febrero de 1977 desaparecen los requisitos más restrictivos para la legalización de los partidos, así es que todos menos el PCE consiguen la legalidad. En ese mismo mes Suárez se reúne secretamente con Carrillo y charlan durante seis horas. Es significativo que el día después de dicho encuentro, el Gobierno Civil de Madrid prohiba un acto que los comunistas pretenden convocar ocultándose tras una denominación inocua; y es que a estos comunistas hay que tratarlos con el bastón y la zanahoria.

Cuenta Carrillo que en su encuentro con Suárez nadie le pone condiciones a nadie sobre nada, a saber: ni Suárez pide que los comunistas rebajen el tono de sus reivindicaciones ni Carrillo pretende que el Monarca salga corriendo del país para instaurar una República de la que él será Presidente.
Cuenta Carrillo que Suárez le pide sin mucho entusiasmo, sólo para cubrir el expediente, que los comunistas se presenten como independientes a las próximas elecciones, y esto para poder evitar la legalización del PCE.
Cuenta Carrillo que él se niega, como se niega a anular el próximo viaje de Berlinguer y Marchais, secretarios generales de los partidos comunistas respectivamente italiano y francés, a Madrid donde se va a celebrar la "Conferencia Eurocomunista".
Cuenta Carrillo que la reivindicación republicana él ya la tiene aparcada y en vías de olvido.
Fueran como fueran los términos de la conversación, lo cierto es que el 9 de abril de 1977, el Sábado Santo Rojo, el Gobierno decide la desaparición del Movimiento, el partido único franquista, y legaliza al Partido Comunista de España y, dos días después al PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya), causando la dimisión instantánea del Almirante Pita de Veiga, Ministro de la Marina, y el gruñir del Ejército al completo. Franco se revuelve en el Valle de los Caídos, Fraga juzga lo sucedido de "verdadero golpe de Estado", pero la población está de acuerdo en un 45% y en contra en un 17%.
También instantáneamente, en los mítines del PCE deja de ondear la bandera republicana y Carrillo dice: "Los que silban no saben que no hay color morado que valga una nueva guerra civil entre los españoles". La reivindicación republicana no volverá a la boca de un dirigente del PCE hasta bien entrada la etapa Anguita.
El 17 de marzo Suárez ha promulgado el decreto de amnistía para los presos políticos, el 28 de abril se legalizan los sindicatos y, finalmente, el 13 de mayo llega de la URSS Dolores Ibarruri, la Pasionaria, presidenta del PCE.
Las elecciones del 15 de junio van a ser del todo democráticas, aunque qué duda cabe de que muy poco tiempo se ha dejado al PCE y a los demás partidos democráticos para organizarse en la legalidad.


Dos DIMISIONES.

La dimisión de Torcuato Fernández Miranda, fiel consejero del Rey, de las Presidencias de las Cortes y del Consejo del Reino y la abdicación de don Juan de Borbón a favor de su hijo Juan Carlos son dos episodios emblemáticos que preceden las elecciones de 1977.
Vale la pena recordar dos episodios que preceden las elecciones del 15 de junio de 1977.

Torcuato Fernández Miranda, que ha sido preceptor de Juan Carlos de Borbón, a la muerte del dictador ha rechazado la oferta del Rey para ser Presidente del Gobierno porque ha considerado que su papel está en las Presidencias de las Cortes y del Consejo del Reino.
Durante la campaña electoral de 1977 dimite de estos cargos, en silencio, de espaldas a Su Majestad y contra la opinión de Adolfo Suárez.
Don Torcuato se ha sorprendido mucho al ver que Suárez no es un fantoche suyo y de quienes han hecho de Juan Carlos el sucesor de Franco, sino que tiene una política propia y se dedica a pactar con Felipe González y Santiago Carrillo. Y a Fernández Miranda le disgusta también que el Rey esté tan contento con este papel de Adolfo Suárez y no le escuche más a él para reformar el sistema.
Su plan para la transición era la creación de un sistema en el que se alternaran en el Gobierno de la Nación dos partidos, el socialdemócrata PSOE (h) (PSOE histórico) de Rodolfo Llopis, anticomunista, y un partido de centro-derecha que frene a los ultras. Esto es lo que explica Sabino Fernández Campos en sus memorias.
Por estas razones probablemente, Fernández Miranda presenta sus dimisiones y en su futuro caben el título de duque, el Toisón de Oro, una butaca como senador por designación real y mucha amargura.

¿Por qué Franco ha nombrado precisamente a Juan Carlos de Borbón su sucesor? ¿Qué le ha parecido este nombramiento a don Juan, el legítimo sucesor de Alfonso XIII y padre de Juan Carlos?

Éstas son preguntas a las que los historiadores no han dado contestaciones definitivas. El único hecho que podemos recordar es que el 14 de mayo de 1977 don Juan de Borbón renuncia a sus derechos dinásticos en favor de su hijo, en un acto muy pasado por agua, en el Palacio de la Zarzuela ante la Familia Real, una representación de los medios de comunicación y el Notario Mayor del Reino, Landelino Lavilla. Es un acto que contribuye a dar legitimidad histórica a la transición.

Un extracto del DISCURSO de D. Juán.

«Instaurada y consolidada la Monarquía en la persona de mi hijo y heredero don Juan Carlos, que en las primeras singladuras de su reinado ha encontrado la aquiescencia popular claramente manifestada [...] creo llegado el momento de entregarle el legado histórico que heredé y, en consecuencia, ofrezco a mi patria la renuncia de los derechos históricos de la Monarquía española, sus títulos, privilegios y la jefatura de la Familia y Casa Real de España que recibí de mi padre, el rey Alfonso XIII, deseando conservar para mí y usar como hasta ahora el título de conde de Barcelona. En virtud de esta mi renuncia, sucede en la plenitud de los derechos dinásticos como Rey de España a mi padre el rey Alfonso XIII, mi hijo y heredero, don Juan Carlos I.
»Majestad, por España. Todo por España. ¡Viva España! ¡Viva el Rey!»

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Varias fuentes. Recopilación realizada por A. Torres Sánchez.

0 comentarios