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Brigantium

Poesía ERÓTICA.

Poesía ERÓTICA.

LEVANTÉ mi CARAJO.

¿Cómo que el brazo cuando quiero bajo
y que levanto cuando quiero un dedo,
y sólo cuando quiero nunca puedo
hacer que se levante mi carajo?

¿Estoy devoto o tengo algún trabajo?
Aquesto es devoción, o estoy con miedo:
arrecha adrede, y estaráse quedo
cuando con buena moza me barajo.

Sin duda son república apartada
la pija y los hermanos compañones;
su voluntad se tiene el miembrecillo:

suele hoder entre sueños la frazada,
y remojar la sábana y colchones,
y deja en seco a quien podrá sentillo.

De autor desconocido.
Manuscrito de hacia 1610.



Soneto del Vicentino que acabó a lo humano y comenzó a lo divino.

Los ojos vueltos, que del negro dellos
muy poco o casi nada parecía,
y la divina boca helada y fría,
bañados en sudor rostro y cabellos,

las blancas piernas y los brazos bellos,
con que al mozo en mil lazos envolvía,
ya Venus fatigados los tenía,
remisos, sin mostrar vigor en ellos.

Adonis, cuando vio llegado el punto
de echar con dulce fin cosas aparte,
dijo: "No ceses, diosa, anda, señora,

no dejes de mene..." y no dijo "arte",
que el aliento y la voz le faltó junto,
y al dulce juego feneció a la hora.

ANÓNIMO, finales s. XVI


TÚ, RÁBANO PIADOSO, en este día
visopija serás en mi trabajo;
serás lugarteniente de un carajo,
mi marido serás, legumbre mía.

Un poquito más largo convenía,
mas no importa, que irás por el atajo.
Entra de punta y sácame de cuajo
las gotas que el que pudre* me pedía.

Ya entraste, mas las hojas quedan fuera.
Pues ¿qué han hecho las hojas a mi papo,
que no han de entrar, si es él el que lo pierde?

Las hojas entren, y ojalá viniera
el ramal de fray Lucas, de solapo,
y diérase mi coño un gentil verde**.

--
*El marido muerto
**Darse un verde: Holgarse en banquetes y placeres (Covarrubias).

ANÓNIMO, sobre 1610



SEÑORA la del arco y las saetas,
que anda siempre cazando en despoblado,
dígame, por su vida, ¿no ha tipado
quien le meta las manos a las tetas?

Andando entre las selvas más secretas
corriendo tras algún corzo o venado
¿no ha habido algún pastor desvergonzado
que le enseñe el son de las gambetas*?

Hará unos milagrones y asquecillos
diciendo que a una diosa consagrada
nadie se atreverá, siendo tan casta.

Allá para sus ninfas eso basta,
mas acá para el vulgo ¡por Dios, nada!
que quienquiera se pasa dos gritillos.

* "Es un género de dança algo descompuesta,
que juegan mucho de perneta" (Covarrubias)

Diego Hurtado de Mendoza
Hacia 1570.



ESTABA una fregona por enero
metida hasta los muslos en el río,
lavando paños con tal donaire y brío
que mil necios traía al retortero.

Un cierto conde, alegre y placentero,
le preguntó por gracia si hacía frío.
Respondió la fregona: "Señor mío,
siempre llevo conmigo yo un brasero".

El conde, que era astuto y supo dónde,
le dijo, haciendo rueda como pavo,
que le encendiese un cirio que traía.

Y dijo entonces la fregona al conde,
alzándose las faldas hasta el rabo:
- Pues sople este tizón Vueseñoría.

Atribuido a QUEVEDO.


Alzó Venus las faldas por un lado
de que herrero sucio, enternecido
por el botín que descubierto vido,
quiso al momento dársele cerrado.

Arrojó las tenazas denodado,
lleno de tizne y, del hollín vestido,
tentó la hornaza do salió Cupido,
y echó las bragas y el mandil al lado.

Sintióse Venus porque tal hacía,
y al defenderse tuvo manos mancas
al ajo y al queso, de que fue gustando,

hasta que en acabando dijo la puta:
«Bien está lo hecho,
que no cabe en un saco honra y provecho».

Atribuido a QUEVEDO.



DEBAJO de un olivo fructuoso
por do se van mil vides retorciendo,
con gran lujuria vide estar hodiendo
a una dama un galán furioso.

Ella los pies al cielo luminoso tiene,
con que en los lomos le va hiriendo,
y con dulces meneos va haciendo
se encienda más el fuego lujurioso.

Y al derramar la esperma y regucijo,
dijo el galán: " Mi vida, pues acabo,
si puedes di aceituna" y quedó mudo.

Ella, que sin compás menea el rabo,
“Acei..., acei..., acei..., aceite” dijo,
que decir “Aceituna” nunca pudo.

ANÓNIMO. Manuscrito de hacia 1610.



SEGUIDILLAS.

Por la mar abajo va Catalina
las piernas de fuera un fraile encima.

Acabe, amigo, acabe presto;
¡Vive Dios que sabe poco de sesto!

¡Ay, Miguel de Golpe, tené ese hombre,
que lo lleva fiado y no le sé el nombre!

No me haga, amigo, esas cosquillas,
que se me hecha el caldo por las rodillas.

A pasito, amigo, no sencarama (sic),
que lo saca de fuera y riega la cama.

A pasito, amigo, más limpio y quedo:
medio real le cuesta el trincadero.

¡Ay bien de mi vida, qué cansada estoy!
Ciento y veinte veces he hodido hoy

Eras puta aprobada del tiempo viejo:
si quieres que te hode rapa el pandero.

Es taimada mi puta: cuando la quiero,
con el agua rosada se lava el coño.

Dime cuándo acabas, moreno amigo,
porque lo hagamos todos en un tiempo mismo.

Vete poco a poco, Juan de mi alma,
que, si soy tardona, la noche es larga.

Quítase (sic) debajo, que me lastima;
acaba esta vez y ponte encima.

Quítase (sic) encima, que me da dolor,
que no he visto en mi vida carajo mayor.

¿Para qué me lo palpa? ¿Piensa ques figo?
En lugar de uno no ponga cinco.

Tiénelo tan ancho la mi morena,
que no sé si está dentro o si está fuera.

Quítase (sic) presto las agujetas,
que me muero de frío y estoy sin medias.

Morió Palomares, las hijas lloran,
y los trincaderitos de luto entoldan.

Diga a su amiga, señor Morales,
que se ponga en su coño dos alamares.

Date prisa, acaba, que me viene el gusto,
pues sabes que lo tengo harto justo.

¡Ay que para arriba y para abajo
hacen su efeto el coño y el carajo!

Mira que yo acabo y tú no vienes;
date prisa, amor mío, ¿qué te detienes?

Que por un gustillo de tanto placer
se pierden los hombres y me he de perder.

¡Pues he puesto el eje a la rueda, anda!
Hazme, vida, un pasito de zarabanda.

Déjeme agora, que viene alguno;
que después tendrá tiempo oportuno.

Que no hay tal carajo como el del guitón,
que entra justo y busca cualquiere (sic) rincón.

Que cuando lo hago a mi fregona,
hace más monerías que una mona.

Cíñeme esos brazos y aprieta fuerte,
que me toma la rabia de la muerte.

Últimos años del siglo XVI. Autor DESCONOCIDO.


LA CATILINORRA.

El diablo sois, que no zorra,
la Catilinorra;
el diablo sois, que no zorra.

Orilla del río,
al salir el sol,
vide un caracol
temblando de frío;
tomó luego brío
y entró en la mazmorra
de la Catilinorra.

Las mozuelas tiernas
se huelgan con él,
porque es como miel
cuajada en almendras;
y en medio las piernas
le hacen que corra
a la Catilinorra.

Y cuando ha corrido,
queda desmayado,
el color quebrado,
fuera de sentido;
mas si torna al nido,
se le alza la porra
con la Catilinorra.

Tiene dos soldados
que sirven de fuerte;
líbranle de muerte
si están enojados;
son muy bien criados
de palabra y gorra
con la Catilinorra.

Autor DESCONOCIDO. Hacia 1590.



TÓMALE después entre las manos
el miembro genital recién nacido,
al qual daba loores soberanos
poniéndole contino este apellido:
-¡O padre universal de los humanos
de quien tantas naciones an salido!
¡Tú solo das contento a las mugeres
y en ti se cifran todos sus plazeres!
Furiosamente a todas acometes,
y con mayor ardor a los doncellas,
entre las quales, quando te entremetes,
a la primera buelta triunphas dellas.
Tienes tanto dulçor quando te metes,
que aquel dolor que entonçes sienten ellas,
es puntilla del agro que se añade
al muy dulce manjar porque no enfade.
Entre casadas eres tan contino
que, si discretas son, nunca te dejan,
y aunque tengan hecho ya el camino
por más gustar se duelen y se quejan.
Mas como vienes luego y tomas tino,
y ellas mesmas la entrada te aparejan,
entras muy orgulloso y entonado
y sales muy humilde y despechado.
Viudas como yo, Dios sabe quántas
noches no duermen sin tu compañía,
de aquestas nunca vivo te levantas
por más que traygas brío y osadía.
Mas son sus artes y sus mañas tantas,
según se muestra por la mano mía,
que si cinqüenta veçes te marchitan
cinqüenta mill y más te resucitan.
Pues que quanto tú entras denodado
entre las debotísimas beatas,
donde encuentras un virgo remendado
que de solos tres golpes desbaratas.
Allí eres querido y regalado,
pues nunca das herida, que no matas,
y quando las matases desa suerte
sería darles vida con la muerte.
Tú das también el dote a muchas tristes
que huérfanas sus padres las dejaron,
y a las que están desnudas, tú las vistes
y a muchas das remedio que enfermaron.
Ninguna muger ay que no conquistes
y a las que de tus burlas se pribaron
más hazen con la gana y los deseos
que nosotras con obras y meneos.
Desde la mayor reyna hasta la esclava
ninguna muger ay que te aborrezca,
la ques autora no se muestra brava
y no porque desea que anochezca.
Aquella que mirarte rehusaba,
yo fiador que antes que amanezca
ella te ponga tal, aunqués muy sancta,
que llegues con los pies a la garganta.
¡O parte de quien naçe todo el todo,
herida sin lisión en la cabeça,
perdida por vençer del mismo modo
que vienes a perder la fortaleza!
Quien no te quiere, póngase de lodo
y pugne y vença a su naturaleza.
Sin quien no puedo ser, no quiero vida
ques vida violenta y aburrida.

Fray Melchor de la Serna, en EL SUEÑO de la VIUDA.


RAPÁNDOSELO estaba cierta hermosa,
hasta el ombligo toda arremangada,
las piernas muy abiertas, y asentada
en una silla ancha y espaciosa.

Mirándoselo estaba muy gozosa,
después que ya quedó muy bien rapada,
y estándose burlando, descuidada,
metióse el dedo dentro de la cosa.

Y como menease las caderas,
al usado señuelo respondiendo,
un cierto saborcillo le dio luego.

Mas como conoció no ser de veras,
dijo: «¡Cuitada yo! ¿Qué estoy haciendo?
Que no es ésta la leña deste fuego».

Atribuido alguna vez a QUEVEDO.
Fechado hacia 1580-1595.

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