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El Santo Grial.

El Santo Grial.

Los judíos celebran en ’Jueves Santo’ el sacrificio del cordero pascual. Jesucristo se reunió con sus discípulos para compartir con ellos la celebración, y tuvo lugar la llamada Ultima Cena. Tomando pan ácimo y un cáliz, Jesucristo lo bendijo y lo entregó a sus discípulos en señal de su entrega total, en cuerpo y sangre.

Mil doscientos años después, la Europa medieval vivía su momento más espiritual y de mayor fervor religioso. Miles de caballeros y plebeyos se unían a las Cruzadas que periódicamente acudían a Tierra Santa para reforzar los efectivos cristianos y defender los llamados reinos latinos.

Innumerables reliquias se atesoraban en casi todos los templos de la cristiandad. Huesos de santos, espinas de la corona de Cristo, pedazos de su cruz, el Santo Sudario y la Sábana Santa, redomas con leche de la virgen o dientes de Santa Oria.

Repentinamente, surgían nuevas leyendas, un nuevo objeto de devoción:

"El Santo Cáliz con que Cristo celebró la Ultima Cena habría sido utilizado también por José de Arimatea para recoger la sangre del Salvador en el Gólgota.

Cuando el discípulo fue encerrado con la acusación de haber robado el cuerpo de Cristo, se le apareció Cristo en la cárcel y le entregó el Grial, el cáliz de la Pasión."


Según la leyenda, José de Arimatea fue uno de los trece discípulos que San Felipe envió a Inglaterra. Establecido con su familia en Glastonbury, o en Avalon según otras fuentes, fundó la primera iglesia consagrada a la Virgen donde depositó el Grial para atender a las necesidades de la Eucaristía.

La leyenda se sitúa en terrenos míticos donde no puede seguirse el rastro de la reliquia de una forma objetiva. Realmente, Glastonbury fue una abadía fundada en el siglo VII sobre un antiguo emplazamiento de culto céltico. Se dijo que allí habían sido enterrados el Rey Arturo y su mujer Ginebra, cuyas tumbas serían encontradas en torno a 1190.

Si Glastonbury ha estado siempre unido al misterio y la leyenda, qué se puede decir de Avalon, la mítica isla donde los campos se cultivaban solos y los árboles daban sus frutos sin necesidad de cuidados. Es la tierra de Guingamor, de Bangon y Morgana, donde el Rey Arturo sería sanado de sus heridas para regresar luego a salvar a los bretones.


De cualquier forma, la versión no es única. Desde que José de Arimatea partió de Jerusalén con el cáliz, otras historias le confieren diferentes destinos.

Un castillo del monte Muntsalvach (algunos identifican con Montserrat, y otros con el francés Mont Saint Michel) habría sido testigo de los prodigios del cáliz. Allí el guardián del Grial, llamado Rey Pescador, se hizo una herida en el muslo con la lanza que el soldado Longinos utilizó para atravesar el costado de Cristo.

La leyenda aquí se amplía con otros elementos mágicos: la lanza y una bandeja igualmente sagrada. Incurable, la herida provocaba los sufrimientos del guardián y la esterilidad de la tierra mientras la herida no pudiera cicatrizar.


Las historias de los caballeros de la Mesa Redonda abundaron en el mito, narrando cómo la santa reliquia se les había aparecido en una de sus reuniones cubierta por un velo, y prendados de su valor, los caballeros partieron en su busca abandonando el círculo que los había mantenido unidos.


Chrétien de Troyes, Wolfram von Eschenbach y algunos otros autores medievales aportaron a la búsqueda del Grial un significado espiritual que a su tradición heredada de muchos mitos precristianos terminó por unirle el sentido religioso de la unión mística con Dios.



Posteriormente, se quisó ver en el Santo Grial un significado "genético" con la transmisión de la sangre de Cristo ("sang real") a través de María Magdalena. Los judíos ortodoxos, como Jesús de Nazaret, estaban obligados a casarse, y se especula que esta María podría haber sido su esposa. Ella habría emigrado a Francia y trasmitido su herencia a ciertas dinastías.


Cuando se popularizó la leyenda del Santo Grial, por todas partes aparecieron multitud de cálices que pretendían ser el único verdadero, y todos ellos se rodearon de sus propias historias justificando su origen y su santidad.


En España, la Catedral de Valencia posee el Grial de mayor devoción.

Según esta tradición, el cáliz habría sido conservado por Pedro y posteriores papas de la Iglesia que durante algo más de dos siglos lo utilizaron para consagrar la Eucaristía.


En la persecución que el emperador Valeriano desencadenó contra los cristianos, el papa Sixto II antes de ser martirizado hacia el 258, se lo habría confiado a su diácono Lorenzo.

El discípulo (del ya mártir Sixto II) envió, acompañado por una carta, el cáliz a Huesca.

El obispo Auduberto, para proteger el cáliz de la invasión musulmana, escondió la reliquia en una cueva que habitaba el ermitaño Juan de Atarés, y donde posteriormente sería fundado el monasterio de San Juan de la Peña.

Desde allí en 1399, Martín el Humano, Rey de Aragón, que lo custodió en la Aljafería de Zaragoza hasta que Alfonso el Magnánimo lo llevó primero a su Palacio del Real y posteriormente a la Catedral de Valencia en 1437. Desde 1914, el cáliz valenciano recibe el culto en la Capilla del Santo Cáliz.


Esta pieza fue fabricada en ágata o cornalina oriental de color rojo, con un pie de concha del mismo color, y vara y dos asas de oro primorosamente labradas. Las incrustaciones de perlas y piedras preciosas fueron añadidas ya en la Edad Media. Los arqueólogos sitúan su origen en Palestina o Egipto, en una época que podría estar comprendida entre los siglos IV a.C. y I d.C.


Otras leyendas situan el Grial entre Italianos, Britanicos, cátaros del Languedoc:

Los italianos disponen de todo tipo de explicaciones para demostrar la autenticidad de su "Sacro Catino" conservado en Génova desde que los cruzados lo trajeron de Tierra Santa.

Los británicos defienden que la bandeja de cristal de piedra que veneran como Grial fue encontrado en una excavación de Glastonbury.

Otra leyenda de menor difusión, sitúa el Grial en poder de los cátaros del Languedoc. Los mismos cruzados que destruyeron sus creencias a sangre y fuego, estaban seguros de la existencia de un tesoro en el que se incluía la preciada reliquia.

Cuatro días antes de que los representantes del catolicismo conquistaran la fortaleza de Montsegur, donde se decía que el cáliz era custodiado, un grupo de cátaros lo evacuaron llevándose el grial entre otras piezas de valor, y nunca más volvió a saberse de él.


En los presuntos Griales que se conservan, su historia particular explica de una u otra forma cualquier posible objeción a su autenticidad. Así, la duda que podría plantear el que un humilde carpintero de Nazaret dispusiera para su cena de una pieza de tanto valor como ésta, se salva citando algunas fuentes según las cuales el "hombre de familia" que prestó a Cristo la estancia para su celebración sería un acaudalado noble llamado Chusa.

@t

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