Blogia
Brigantium

La rebelión de los NECIOS.

La rebelión de los NECIOS.

"El vulgo es necio y pues lo paga es justo hablarle en necio para darle gusto". El que esa rima la haya escrito el insigne Lope de Vega, uno de los grandes dramaturgos de España, no le resta, mas bien le suma, lo que tiene de rechazable. Bajo ese argumento se amparan todos los que le ofrecen al pueblo, llamándole siempre vulgo o plebe, los mas bajos productos “culturales”. Lo cual implica caer en un círculo progresivamente vicioso. Porque mientras más necedades se le ofrezcan al vulgo menos posibilidades hay de que ese vulgo aprenda a distinguir lo mediocre de lo noble. Por eso ha sido conciencia de casi todos los que se preocupan por la suerte de sus pueblos el intentar alzar el nivel del conocimiento colectivo. “El pueblo es el soberano”, admonizaba Alberdi, “eduquemos al soberano”.

Vale la pena señalar que el vulgo a que se refiere Lope, no es, como asumen muchos, la plebe o el sector pobre del pueblo, ajeno a la posibilidad de educarse. No, el dramaturgo dice bien claramente "y pues lo paga". De donde se deduce que Lope pensaba en los que pueden pagar el teatro o los libros pero quienes buscan, en el teatro o en los libros, solo los temas que les llenen su vacío. Según eso, ni la economía ni la educación dan la medida de la vulgaridad La vulgaridad es una actitud ante la vida, una tendencia al mal gusto que recorre todo el cuerpo social y puede llegar, como ha llegado, hasta el palacio de Buckingham. Alimentar esa tendencia es contribuir a que una sociedad sufra un descenso cultural que terminará por secar toda fuente de creatividad. Como sucede con las drogas, mientras más se acostumbre el vulgo a lo necio, mas urgido se sentirá de disfrutar necedades.

Con raras excepciones, la televisión, el cine, y los periódicos demuestran hacia donde conduce ese rendimiento ante el mal gusto del vulgo. Pantallas y páginas, van restándole espacio al análisis o al comentario serio para volcarse en los espectáculos morbosos o en las noticias estridentes. El éxito obliga a incrementar la dosis de lo anormal, del “shock”, de lo que hace vibrar la oculta atracción que tiene la perversidad. Asi, los “talk shows”, que comenzaron por ser entrevistas con personajes interesantes, que tenían algo que decir, se han convertido en pequeños circos romanos donde personajes traídos de ámbitos oscuros gritan su derecho a proclamar sus infamias familiares o sus intrascendentes experiencias eróticas.

Esa incesante búsqueda de lo aberrante destella, por citar casos, en la película “Crash”, en la cual una o más parejas buscan los restos de coches accidentados porque sólo allí, entre hierros torcidos y el recuerdo de sangre derramada, encuentran el éxtasis sexual; o en el “best seller” de Kathryn Harrison “The Kiss”, (“El Beso”) donde la autora describe como un inesperado e intenso beso en la boca de su padre, a quien no veía hacía años, inició un largo período de relaciones incestuosas. Y no se trata de rasgarse las vestiduras y clamar contra la “decadencia” moral contemporánea. No, el erotismo, abierto o solapado, es mas viejo, que la Biblia y el medir el nivel de decadencia de una sociedad requiere hondos estudios. Lo alarmante de esos y otros miles de ejemplos es que gente seria los toma en serio y los discuten, sin jamás señalar lo realmente grave de la cuestión: que se trata de obras muy mediocres, cuyo éxito refleja el deterioro del gusto colectivo.

De donde volvemos a mi argumento. De acuerdo con Lope, la autora de “The Kiss”, y las que la sigan en ese camino a las riquezas, le están dando al vulgo lo que el vulgo quiere. Ciertamente. Pero, precisamente, porque eso es cierto, se requiere una rebelión en nombre de los necios; un demandar de los colegios y universidades, de los periodistas serios, de los directores de cine, y de todo el que se preocupe por el pueblo y por la cultura, que no bajen jamás los niveles de la verdadera cultura.

Creo firmemente que, por ejemplo, las cadenas de televisión tienen todo el derecho del mundo a producir telenovelas que repiten “ad nauseam” los mismos temas y despliegan los mismos personajes, con casi idénticos vestidos. Pero también creo que el capitalismo tiene que tener su su ética y sus obligaciones. Y es deber de esas compañías, que tanto dinero hacen con lo necio, el producir programas que exploren nuestras crisis históricas, que muestren el valor de nuestros clásicos, que eleven el gusto de eso que llaman vulgo. Y si solo una, o diez, o cien o mil personas, se sienten atraídas por esa dimensión educadora que no conocían, si una o mil personas descubren el sugerente horizonte de las ideas, esas emisoras habrán ganado una batalla contra los que le hablan al pueblo en necio porque afirman que es eso solo lo que el pueblo o el vulgo es capaz de comprender.

Luis Aguilar León.

0 comentarios